Estoy al lado de mi madre, pongo mi cabeza sobre su regazo y me siento feliz. Ella no me reconoce, no sabe quien soy. Sin embargo su corazón late y me mira y me echa una hermosa sonrisa que me hace sentir feliz. Yo sé que ella también lo esporque de mi corazón sale una energía de amor que entra dentro de ella y la reconoce.
Estoy junto a mi madre, no sé cuanto tiempo la tendré a mi lado pero lo que sí sé, es que todo ese tiempo lo voy a exprimir y así el día que no esté junto a ella, podré recordar todos esos momentos en lo que posaba mi cabeza en su regazo y su corazón y el mío se unían un gran abrazo y nos transportábamos las dos al mundo del amor, donde no se necesita tener un cuerpo ni una cabeza simplemente se necesita un alma porque allí fluyen las emociones y los sentimientos, y en nuestro caso mucho, muchísimo amor.
A todas aquellas familias que tienen un padre o una madre con alzheimer les dedico estas palabras.
Un besito desde El País de los Cuentos de Verdad
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