Cuentaconmigo: Cuentos Personalizados

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lunes, 14 de marzo de 2011

EL JOVEN VALIENTE

Érase que se era un joven que vivía en un lugar apartado de la civilización. En el lugar en el que vivía su familia le habían enseñado a sentir todo tipo de emoción, el joven lloraba cuando se sentía triste, aunque también había veces que lo hacía de alegría. A sus padres les abrazaba y besaba cada día que pasaba, además no había un solo día en que no se dijesen todo lo que se apreciaban.


Pero un buen día, ocurrió que sus padres dándose cuenta de que allí no había nadie con quien su hijo pudiese un día formar una familia, le mandaron al poblado más cercano para que allí encontrase una mujer con la que formar su propia familia.

Así que el joven cogió su mochila y partió. Cuando llegó al poblado se quedó perplejo pues vió que no había nadie que se diese un abrazo, un beso. La gente no se abrazaba, no lloraba porque algo hermoso ocurriese. Cuando el joven se acercaba a la gente intentaba expresarles su agradecimiento dándoles un abrazo o expresándoles sus sentimientos. La gente le rehuía, le rechazaban, le insultaban y le decían:

- Acaso estás loco intentándonos demostrarnos tu aprecio. Anda joven vete de aquí, estás loco.

El joven estaba confundido ¿acaso demostrar lo que sentía en aquel lugar era malo? No entendía nada. Sí, él era feliz muy feliz demostrándoles cada día a sus seres queridos todo lo que él sentía. Pero lo mejor era cuando veía en la cara de sus padres la expresión de emoción cuando les abrazaba o cuando les decía lo mucho que les respetaba.

Y entonces, aquella gente ¿por qué no les gustaba mostrar sus sentimientos? Sólo veía correr a los hombres de un lado a otro, iban a trabajar después llegaban a casa y cuando entraban no decían ni una sola palabra.

El joven no entendía nada. Las mujeres también le miraban como un bicho raro. ya que ellas aunque si mostraban más sus emociones, educaban a sus hijos en los valores de: "los hombres no lloran".
Entonces pasados un par de días y cuando el joven estaba ya decidido a regresar a su casa, sin nadie con quien compartir su vida, apareció una joven que impactó al joven por su belleza.

Así que el joven fue hacia ella y le dijo:

- Eres la más hermosa flor de cuantas he visto en cualquier jardín. Siento que se me inunda el corazón de alegría, sólo de percibir tu mirada en mí. Desde este momento quedo apresado por el amor que siento y te juro que siempre te querré, y cada día y cada noche te lo diré.

La gente al oírlo comenzó a reír y a murmurar:

- Habéis visto está loco. Es que acaso no sabe que esta es la joven más pretendida de nuestro pueblo. Ella nunca será suya.

Y así todos reían. Pero entonces, la joven contestó al joven:

- Dios te bendiga, siempre he querido a un hombre que tuviese la valentía de decirme esas palabras, de hacerme sentirme la persona más especial de cuantas haya sobre la faz de la tierra. De hacerme sentir cada día, que no soy sólo un trozo de carne, sino que soy una flor a la que deben regar cada día con palabras de amor y con todas esas emociones que sólo los hombres valientes son capaces de entregar a una mujer.

El joven la cogió entre sus brazos y la beso. Ella se dejó querer porque sabía que aquel joven al que todos creían loco, era el más cuerdo de los hombres de cuantos había conocido. Supo desde el instante en que pronunció aquellas palabras que aquel hombre la colmaría cada día y cada noche con su amor. Cuidaría de ella como sólo los hombres que sienten y que se atreven a vivir la vida con la sensibilidad de todas esas emociones que tiene la esencia de la humanidad.

Y tú ¿te atreves a vivir la vida sintiendo?

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