Erase que se era un príncipe quien era un ser excepcional. Tenía el don de la magia y cuando la gente se le acercaba, él los envolvía con su don, transmitiéndoles esa fantasía y magia que sólo los magos de verdad pueden crear. Su corazón de príncipe; puro y noble, siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, a los más pobres y necesitados. Viajaba por países pobres para llevar consigo su magia y poder así transformar las lágrimas de los niños, de las mujeres y de los hombres que sufría por la falta de alimentos, por la guerra o por enfermedades en sonrisas medicinales que les hacían sentirse mejor.
Y así el joven príncipe quien era en realidad el mago con mayor poder de cuantos había existido, siguió haciendo el bien a la humanidad, porque su magia consistía en el poder de su corazón y de su amor.
Así que Jesús sigue así cultivando ese gran corazón que tienes y no olvides que por ser quién eres tienes magia para ayudar aquellos que más nos necesitan.
Un besito desde el país de los cuentos de Cuenta Conmigo.
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